Desde el 2 de enero hasta mitad de febrero de 2013, realicé cien notas de facebook con lecturas de poesía publicada en el país desde los últimos días de 2011 hasta los primeros de 2013. La selección, que llevaba el mismo título que este blog, abarcó textos que aparecieron en papel y en blogs, tanto de poetas como de traductores de distintos lugares de la Argentina. Las que denominé "entregas de poesía" también incluyeron doce "yapitas": otras notas con videos y audios de lecturas de poesía en distintos tipos de experiencias.

En los últimos días de diciembre de 2013, decidí reunir todo ese material en este blog, más algunos agregados de libros que también se publicaron en 2012 y que no había llegado a incluir en la primera selección.

No hace falta aclarar que estos textos no agotan toda la poesía publicada durante ese año, pero intenta ser un aporte que muestre las variadas y valiosas poéticas que podemos leer actualmente en el país.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Entrega 45: 18 de enero de 2013





Foto de Catalina Boccardo.
D. H. Lawrence traducido por Carmen Vasco, publicado en mayo de 2012 en su blog Traducción de poesía.














EL ELEFANTE SE APAREA LENTAMENTE 

El elefante, enorme y antiguo animal,
se aparea lentamente;
encuentra una hembra, no muestran premura
            esperan


a que en sus vastos corazones cautelosos
            poco a poco se encienda la emoción
rezagándose en los lechos de los ríos
            mientras toman agua y comen hierbas


y corren en pánico por la maleza de la selva
            con la manada,
y duermen en sólido silencio y despiertan
            juntos, sin decir nada.


Tan lentamente sus grandes corazones
            calientes se llenan de deseo,                  
y al fin se aman las grandiosas bestias en secreto,
             ocultando su fuego.


Son los animales más viejos y más sabios
             así que al fin saben
esperar la fiesta más solitaria
             el banquete completo.


No arrancan, violentos, los bocados;
             su sangre maciza se acerca                       
como las mareas a la luna, cada vez más            
             hasta tocarse en el torrente.




Este poema integró posteriormente el volumen de D. H. Lawrence, Uvas y otros poemas, selección, traducción y prólogo de Carmen Vasco, Ediciones del Dock, 2013.





Entrega 44: 18 de enero de 2013





Laura García del Castaño (Córdoba), La vida en que sueñas, Ediciones Recovecos, 2012.












No te daría mi colección de cucharas importadas


Ni me tatuaría un brazo
Ni me iría a vivir a tu casa con tu madre
Pero te dibujaría lo que la vida te borre
Te esperaría debajo, en el gran salto
Porque soy todo lo que no has buscado
La arrastrada por tu mayor creciente
La que supo domar al fantasma de tu entrada.


Tomo lo que me sirves, lo picante, lo amargo


Soy lo que dejas afuera a la intemperie,
La que va hasta ese lugar de tu fiesta,
del corazón
de tu hambre


No hay una foto tuya en mi billetera
Nunca retuve tu número, tus claves
No hay nada que nos una
apenas me tenso al esplendor de tu vida
con ese hilo finísimo
con que la luz
sujeta a los insectos.




                *      *      *




                                      La mariposa volará toda una tarde
                                      para reunir una gota de miel
                                                             Dulce María Loynaz




En Groenlandia un hombre caza aves,
escondido en el mismo lugar que sus ancestros.
Las coloca en una bolsa de piel de foca
cose y unta sus junturas,
luego las entierra bajo las rocas hasta el próximo invierno.


Aquí, otro hombre escribe poemas,
escondido detrás de sus antiguas visiones,
en la misma persistencia.
No guardará ni enterrará nada.
Escribirá toda una vida para reunir una gota de silencio.








Entrega 43: 18 de enero de 2013





Bruno di Benedetto (nació en pcia. de Bs. As.; vive en Chubut), poemas publicados en a fines de 2012 su blog personal .












Virtual

Por el alma de cobre de los cables un fantasma
recorre el mundo: fosforece el botón de nácar
en las pantallas de cristal líquido, ese río vertical
en el que te bañarás dos veces. El ojo es todo fibra:
cuerda de violín tensada por la luz, violinista loca
que frota su arco de crin de caballo sobre el nervio
óptimo, en una curvatura que es la distancia menor
entre tu punto ciego y el mío. La boca que no está
le habla al oído que no escucha: un cortejo musical
de las palabras que van diciendo su pequeña muerte.




Agujero negro

Esa boca que devora el centro de la galaxia
dejando el borde azucarado para después
no es una boca: del agujero sólo se puede decir
lo que el agujero no es. No es boca ni dice,
o lo que dice es palabra negra, pura implosión.
Quién otro sino un dios cabeza de alfiler
puede doblar así el espacio, plegar sin crujido
todos sus vapores y metales, volverlo pañuelo
paloma conejo en su galera de una sola vía,
moridero o esencia del arte de la desaparición.





Entrega 42: 17 de enero





Augusto de Campos, Poemas, selecc., trad. y ensayo crítico de Gonzalo Aguilar, Ediciones Gog y Magog, 2012 (1a ed.: 1994).













                                                   des
                                               aprender
                                            de  una  vez
                                        todas las lenguas
                                    en  -al  en  -ol  en  -án
                                 en  -ego  en  -in  en  -ano
                                           en          -és
                                           p  o  e  s  í a
                                           no       tiene
                                           p o r q u é s


                                           o  l v  i d a r
                                           o  l v  i d a r
                                           o  l v  i d a r
                                           e n m u  d e
                                           cer        des
                                           h u m a n o


                                           para      vol
                                           ver   a   ser
                                           en  el  nano
                                           u n i v e r s
                                                  o
                                          d e         m i
                                          m  u  d  e  z


                                          h u m a n o



Este poema no pertenece a la primera edición de Poemas, sino que se incorporó a la de Gog y Magog, 2012. 







Entrega 41: 17 de enero





Silvia Camerotto (CABA), La Grosse Fuge, Ediciones del Dock, 2012.












Fiesta




De otras fuentes nos nutrimos
De las fiestas de Baco o de Babette
Bajo el encanto de una ristra de ajos
agotamos los cuerpos
¿Acaso no era obvio que cualquier motivo equivocado
conduce a la persona equivocada?
La casa a duras penas
La inútil trascendencia
No fue lo mismo decir la virtud que hacerla
La aristocracia de la felicidad
debajo de las uñas.








Pobre es la hora




Caer sobre el mismo escenario:
algunos libros, un par de discos,
otras iniciales en el juego de gemelos
Costumbres de derecho y uso


Afuera, gente que camina hasta el mercado chino
Nada más, gente que camina


Después actuar debajo de las sábanas,
quitarse la ropa hasta la irrupción
de la Romania fragmentada
Único conocimiento de la suprema realidad.







Entrega 40: 17 de enero





Marina Kohon (nació en Mar del Plata, vive en Bahía Blanca), La Ruta del Marfil, Alción, 2012.












de los surcos y los blancores…

estoy en el punto muerto de la noche
desoyendo las líneas de mi mano
ese destino terco
que como topo hurga en mi carne
un surco inconducente
bajo el blancor de una diosa
que observa,
muda.





de los  Ocho Jinetes y los presagios blancos…


Ocho jinetes bordearon  luto
alrededor de un blancor de luna
bajo su reflejo, a tientas
me desvestí de mí
buscándote en las orillas de los velos

mis pasos sabían que eras
una sed de arena y piedra

descreí de mis ojos
y seguí buscando las letras de tu nombre.

Por vos abrí mi aire
hasta encontrarte en una grieta del silencio
aturdido, amordazado en tus visiones

como bruma
te cubrí
y vos bebiste de mí
una, dos, tres veces con furor de lava

Te  consentí  las notas extrañas
para que resucitaras entre mis muslos
de presagios en las noches.

Soñamos, soñamos   juntos en la belleza.

Tomaste de mi vientre muchos hijos
que se multiplicaron en el viento
y yo dancé ciega en las opacidades de tu alma.

Todo lo que vi era cierto.
Todo era mentira.

Hasta que los jinetes
trazaron su círculo profético
y mi pecho conoció tu filo.

Me volví jirones en la luz de la imagen

desquiciada me quité los metales
uno a uno
desoí  tus ecos
salté
salté


En la distancia
aún escucho a las grietas gemir su sed.
Todo lo que escucho es cierto.
El silencio es la  mentira.






Mirar es peligroso
es asomarse a una puerta entreabierta
palpar los bordes
en la tersura del límite
entregarse
y saber que no hay retorno
que la intensidad
es un terreno espeso.







Entrega 39: 16 de enero de 2013





Eugenia Cabral (Córdoba), En este Nombre y en este Cuerpo, Babel, 2012.













Ars  Erótica




EN LAS PRIMERAS páginas del códice
se adiestra a la mujer en el arte de ofrendarse
y excitar la voracidad masculina.
Es la apertura hacia las arterias
que transportan el deseo y adormecen la racionalidad.
Esta es la fase lunar, femenina.






LA MUJER, dice el libro, debe ser vista por el varón
como la elegida que llegó casi fortuitamente,
en el momento preciso, pero sin hambre ni sed,
a una celebración concertada bajo la Luna,
desde alguna ocasión pasajera –poco gravosa–
para que el encuentro resulte provocador y no acuciante.
Será un período de aproximación y alegría
donde el antiguo Dionisos recibirá las primicias
como suaves melenas bañadas de luz selenita.
La sed progresará poco a poco y sin pausa.
Dionisos beberá el líquido de a sorbos.
Las yemas de los dedos sumarán células sensibles
milímetro a milímetro,
hasta cerrar la cifra de la erección.
Los labios entreabiertos irán derramando
el tibio maná de la saliva con mesura,
como abonando la tierra para que brote
del mismo maná en la otra boca,
la boca del hombre cuya carnadura comenzará a tensarse
desde las plantas de los pies hacia la nuez de Adán
y, del mismo modo que el bíceps o el dorsal,
el pene se irá dilatando al tiempo que roba calor
del cuerpo que lo roza con la pierna, con la mano, el pubis,
en un deslizamiento natatorio,
puesto que el bullente oxígeno de origen salival
irá humectando el aliento que de ellos emane.
La exultación dionisíaca culmina ahí.






EL VARÓN, ya enhiesto su falo
por gestión de la caricia que simula
no reclamar resolución ni satisfacción
entrará en la fase apolínea, la etapa viril.
La exigencia masculina, los designios de Apolo
serán el motor de las prácticas.
El calor se tornará apetencia,
la erección irá encendiendo la sed.
Durante este lapso, según el texto citado,
las fobias tienden a convertirse en enemigas potenciales
de la armonía entre los amantes.
Ninguna astucia alcanzará a disimular
los profundos rechazos –rayanos en desprecio–
y, no obstante, involuntarios, que pueden llegar a producirse
mutuamente el hombre y la mujer.
El ano decidirá la suerte de la supremacía.
El semen querrá penetrar más como violador
que como enamorado; si penetra o es repelido,
igual habrá presentado su moción.


Hasta el clímax, la mujer irá optando –señala el texto–
entre el esclavismo y la cooperación;
durante el orgasmo, el varón habrá de pagar
en moneda corriente y de contado.
Los dioses y semidioses, asomados a sus respectivos palcos,
observadores desde el panteón olímpico, el Hades,
la orilla de la laguna Estigia o los campos Elíseos,
apostarán por turno a su campeón preferido;
ellos serán los idólatras y los amantes sus divinidades.


Con los jugos dionisíacos, las articulaciones de la pelvis
se habrán aceitado a manera de mecanismos psíquicos;
durante la agonía regida por el dios de las flechas
los plexos solares sufrirán embates más o menos ecuánimes.
Las neuronas que gobiernan la maquinaria
oprimirán las coyunturas ejerciendo mayor o menor presión
a medida del proyecto hegemónico
o el ansia de placer que las domine.
De ahí en adelante, la posición de los miembros,
la cabeza, la posición decúbito dorsal o ventral,
constituirán el resultado de una transacción
o la admisión de un acceso indeseable.
Llegados a esa instancia, puntualiza el libro,
la grosería de las demandas y la compulsión de los actos
llenarán la escena de humanidad.


El reinado de Apolo habrá exhibido
–en progresión constante– sus atributos castrenses:
la apolínea verga, el peto defensivo,
los brazos combatientes, los pies que hienden la arena.
Ella, entretanto, habrá preparado la fase
que el apologista denomina de la Sirena:
la partición de las piernas que hará del sexo indiviso
mitades conexas por el canal vaginal.
De la antigua unicidad sólo ha de sobrevivir
la huella del clítoris, esa breve prominencia
donde acechan el gemido y el bramar.






APOLO, QUE NO ES ULISES,
doblegará a la Sirena haciéndole parir de sí misma
a una mujer, a cuenta de los partos venideros.
No habrá seducción posible mediante la voz ni los gestos
de la anti-hembra mitológica.
El macho intuirá claramente la amenaza de castración
y antes matará a la que pudo haber sido su madre
que ceder ante melindrosos requiebros
de quienes, por dulces, no son menos peligrosas.
El anti-Edipo se volverá contra Yocasta
y presentará disculpas a su padre.
Aguerridas, las flechas traspasarán los velos.
La agresión será la forma de la castidad y de la ley.
Todavía obnubilada, esa mujer recién nacida
escuchará la orden que la expulsa de la histeria sin remisión.
Será una desalojada de su mansión familiar.
El murmullo de la verdad emergerá impertinente hacia la luz.
Los dioses, colmados, se retirarán a sus templos.






EL ÚLTIMO CAPÍTULO de esta pedagogía
describe el cuadro donde la que otrora fuese Diana
y devino Afrodita se convierte en Eloísa razonable.
Junto a la ventana, contempla la ciudad donde residen
(aunque él en realidad está de paso, rumbo al Norte)
y que fue contexto de esa noche;
luego, mira al semidiós
que abandona el aquietado oleaje de las sábanas,
la toma por la cintura y besa levemente sus hombros.
Él ya no es aquel fauno que horas antes
celebraba danzando y bebiendo,
pero tampoco ha de volverse un Ares
puesto que es hijo de Prometeo.
Los dos seres humanos se abrazan,
ya entregados a la polis y a Mercurio;
de mañana, ella hará de Palas Atenea
para complacer a su Abelardo
y él mudará de Jaguar en Quetzal.


Otras muchas metamorfosis han de imponerles
a posteriori nuevas gradaciones y degradaciones.
A pesar de ello, seguirán llamándose
con el mismo nombre
y no habrá cambios visibles en sus cuerpos.
Bajo cada apariencia persistirán tatuajes,
heráldicas subcutáneas. Rastros adorables
de revelación y lucidez; del amor, en suma: del erotismo.
Sólo la muerte será dueña de transformar
sus figuras y verter sus nombres en el olvido.
Ellos perecerán y el deseo habrá de trascenderlos.
“Amor constante más allá de la muerte”,
la princesa y el plebeyo,
el deseo en flor, en vuelo, por siempre jamás.








Entrega 38: 16 de enero de 2013





Jorge Leonidas Escudero (San Juan), Atisbos, Ediciones en Danza, 2012.






 






Polinización


Es que miré a una flor de mi huerto,
muy bonita,
y ella también se quedó mirándome
como a decirme
que necesitaba algo de mí.
Sí, como pidiéndome que libara en ella.
¿Me confundiría con una abeja? Y claro,
yo no podía
ser vehículo de polinización
para quesa flor llegara a ser fruto.


De modo que al no poder satisfacerla
desvié la vista de tal hermosura
y me fui algo triste
porque claro,
para satisfacer a tal belleza
no me alcanza, soy menos que un insecto.





Ante la inmensidad


Fue alguna de esas noches en que miraba cielo
en lejanías sobre campo oscuro y vi
cruzárseme un relámpago lejano. Fue tal
como ver chispear una idea
en el umbral de otro mundo.


Es como si en el fondo del desierto hubiera
querido hacerse luz una verdad pero
pasó fugaz y quedé a oscuras.


Parece que la inmensidad
quiere decirme un secreto y al ver
que todavía falta mucho en mí
queda muda.







Entrega 37: 15 de enero de 2013





María Belén Aguirre (Tucumán), Praga en dos, Ediciones de la Eterna, 2012.












Hay cosas de vos que ignoraré por siempre.

Que cómo hiciste para sobrevivir al frío
la noche en que el viento
voló tu techo.

Que cuánto esmero pusiste en reparar
los huecos de tu choza.

Que cuántos meses tenía tu hijo,
el abortivo,
la mañana del crimen.

Que cuántos días separan
las pascuas del perdón.

Que cómo es eso
de abrigarse con las ropas del abuelo
cuando se está solo y aterido.

El verano, también.

Que cómo fue dejarla ir.
Los pelos rojos y los ojos achinados.
El colectivo atestado de críos y pañales
camino a Bolivia.

Yo elucubro para saber
lo que no quiero que sepas.









Pudro ahora
el cubil que habito.

Mi madre ha decidido
–corto el tino–
conservar en mí
el anillo de oro y cubics
con que aderezaba mis días
y mis noches.

Tardía la belleza
me han crecido
las uñas y el pelo.

Parezco al fin
la hembra que no fui.

A la camisa que ha elegido
le sobran vuelos.

“Será como vestir a una muñeca”,
le dijo la vecina.

Sonrío a medias.
Se está bien aquí,
aún cuando el aire...




Y acá pueden escuchar otro poema de este libro leído por Ingrid Pelicori: http://www.youtube.com/watch?v=SSBj3JwJ88I






Entrega 36: 15 de enero de 2013





Daiana Henderson (nació en Paraná, Entre Ríos; vive en Rosario), El gran dorado, Iván Rosado, col. Brillo de Poesía Joven, 2012.












El gran dorado

Desde la butaca de la barranca,

una excelente vista al río.
El sol exculpe su textura
con pequeñas espátulas,
una superficie de diamantes
triturados y esparcidos
sobre el raso o
sobre la nata.
Entre ellos, el brillante más hermoso,
el pescador,
aunque sus formas geométricas
se pierden por la distancia.
Él sabe pero no sabe
la velocidad en que lo veo
desplazarse en su quietud.
Las piernas separadas para mantener el equilibrio,
los pies trabados con la madera,
la postura para no cansarse
y que nos agarre la noche.
La fuerza de los brazos puesta en desterrar
un tesoro que pueda comer
o vender.
Desde acá se ve
como si se agarrara de una soga
clavada en el agua, un pasamanos,
avanzando con cada tirón en la corriente.
Me pregunto dónde estará atada
la otra punta,
¿en una piedra del Iguazú?,
¿en el sol?,
¿en la pata de un elefante en África?
Debería tener cuidado,
las piedras se desbarrancan
y los negros van a comérselo crudo
al diamante si aparece entre las aguas.
Mejor el sol.
El sol le sienta bien, capaz
que porque es un gran
dorado.





Entrega 35: 15 de enero de 2013




Marisa Negri (nació en Buenos Aires, vive en el Delta de San Fernando), Las sanadoras, Ediciones en Danza, 2012.













Las sanadoras




Debo a mi madre y a mi abuela ese primer contacto con las sanadoras.
Nadie se cura solo.
Berta
Recibe el don de Luisa, atiende en su casa custodiada de teros y perros. El pago a sus servicios es a criterio del paciente; huevos frescos, una gallina, una prenda de vestir.
Paulina
Hermana de Berta
Consolación
Hija adolescente de Berta
Ana
Amiga de Consolación
El Barquero










Primera visita de Ana




Tengo sed.
No tenés.


Una verja oxidada entre los yuyos advierte la mano jardinera
el retazo de un género sostiene la ruda en una caña
y sus flores tejen con el rojo del malvón y el rosa de la azalea.


Se hace invisible la tierra.
Se lava un gato.


Nos toca el número veintitrés.










El bicho




El hijo del panadero mira por el rabillo del ojo
le zumba un bicho en la cocina
el Capitán debajo de la mesa
el hueso del puchero entre los dientes
la mosca sobre el hueso                                                                                                     
El chico se ladea
una vez
otra vez








Las rodajas de jengibre sobre la tabla
Berta sobre el cuchillo
zumba el bicho                                                                                                                     
zumba zumba zumba
todos tenemos un bicho dentro de la cabeza








Quiero los duraznos de la frutera
todos
El licor de las hermanas
¿Es la voz de la mosca?
El día que subimos al techo no fui yo
fue el bicho




Los bichos tienen mil ojos
con cerrar la mitad les basta para dormir






Inventos
Ningún bicho puede hacer casa en el cuerpo






Me darán un trompo
si les llevo el bicho envuelto en alcohol.











La barca de la fiebre




En la pieza una bujía ensancha las sombras.
Arde el brasero, arde la frente de la hija.
La huesera escurre los trapos en la palangana fría.
El agua mece en la frente de Consolación


 Tengo sed, cúreme, dice por lo bajo


La vieja toma en brazos la barca de la fiebre y canta:
Murió el Capitán y lloré hasta caer dormida.
Recé para que volviera.
La luz de la vela oscilaba sobre su manto negro.
Pero ningún Barquero vino a visitarme.









Entrega 34: 15 de enero de 2013




Laura Wittner (CABA), Balbuceos en una misma dirección, Gog y Magog, diciembre de 2011.













Balbuceos en una misma dirección


                            Todo es un poquito raro.
                                                  Juan Lima

                               E tutto è molto strano.
                                          Eugenio Montale



1


Las cosas enrarecen
a la primera de cambio.
Un empujón magnético
–invisible, indoloro– ya desfasa.
Un cambio de jerga que tapa un conducto
abre otro y transfiere
el escenario entero al contexto de al lado.

Y allí, tras las paredes de papel,
queda el sentido, bamboleándose.



2

Se esconden, los sentidos,
unos detrás de otros. Hacen cú-cú
en esa larga fila de metamorfosis,
signos leídos a velocidad
y sonidos que un instante son sutiles
y al siguiente, monstruosos
(como los que entran, de noche,
por un solo lado de la almohada).


3

Además: el pacto de credibilidad.
Todo, un día, es lejano; se piensa
en la especie humana como en “ellos”.
Se les admira la organización,
el ingenio en inventos
como el cochecito de bebé,
el colectivo, la heladería artesanal.

Otro día hasta ese aroma eléctrico
a simulación de pan casero
ennoblece el curso que hemos dado en seguir
(nosotros, los cositos
surgidos en la Tierra).



4


Estos traspiés
entre lo que se esperaba y lo que es.
Ver un momento, solamente,
de la larga vida ajena:
sentados en la puerta de su casa
toman cerveza mientras baja el sol
y por mascota ahí nomás tienen pastando
una vaca, un caballito, un pony.


5

Lo falso siniestro.
Las sombras con perfil de monstruo
remodeladas ante cualquier luz,
las amenazas convertidas en picnics,
el día de pánico en vano
archivado junto a tantos otros.



6

Igual que la burbuja –que es perfecta
cuando surge y sabe equilibrarse
de los labios al aire y ascender
seductora, reflejando el universo
hasta que deja de disimular
su condición de frágil detergente
para, con veleidades de espejismo,
unirse al aire, dejarse tragar
por ese medio graso y agresivo,
pesado hasta la sordidez
que se había ofrecido a sostenerla–
es el impulso, la voluntad.


7

Qué caos.
¡Qué cacho...!
¿Qué catzo...?

El campamento está armado en la frontera
pero también la frontera es imprecisa
y además, claro, es sólo un campamento.







Calladita la boca
en el corazón de una ciudad:
martilleos, mazazos, piares,
medias lenguas, metales del almuerzo;
se ronca, se silba, se pone la radio
a cualquier hora y a cualquier volumen,
se le da con ganas al teclado, se llora,
se oye llover
como quien oye llorar,
se respira despacio, se oye
cómo respiran las paredes
(aun azulejadas)
así como en el campo
respiran los caballos quietos
y los árboles de tronco pétreo
y respiran, en realidad, las piedras
en una orilla y hasta hablan –
dicen una, dos palabras.







Entrega 33: 14 de enero de 2013









Carina Sedevich (Santa Fe), Como segando un cariño oscuro, llantodemudo ediciones, 2012.












1

Un pedacito de tierra
sobre el que todo está solo.
Mi hijo está solo
mientras siega
lo que va quedando de los tientos
de los sueños de aquel que se marchó.
Pobre hijo mío
que sólo tiene una madre sola
mil veces sola sobre un montón de tierra.
Pobre hijo mío
a quien no pude darle
algo invencible
algo inalterable
algo más que pasos que se pierdan.
Las mariposas, las abejas,
que en otras primaveras le mostraba:
(espero, sueño, habérselas mostrado)
¿habrán guardado su sonrisa?
Pobre niño sin padre
antes y ahora
segando solo la tierra que no es suya
como segando un cariño oscuro
que se fue cerrando como un puño.



5

Esa tarde en Andratx, en el pequeño auto
llegamos al espigón después de ir al faro
y no había más azul ni más verde que desear
porque el mar ya lo había deseado todo.
Cada curva rocosa se acostaba
de lado a lado, entre los muelles.
Parecían mujeres y así olían,
como apretadas de noche en el harén.
Las embarcaciones esperaban
porque sobre las aguas que clarean
y después se oscurecen como en ronda
es mejor esperar y estar callada.
Te abrazaba, pero estaba con el aire
con los colores y con los pescadores.



11

Se anunciaba la lluvia
en un soplo lento en las ventanas,
como de caireles secos.
El día de la pausa se abría paso
con una claridad opaca
que me hacía pensar en una araña
encendida bajo el polvo.
Cualquier araña vieja
hasta la más sencilla
es adorable para mí.
Puede suplir al sol perfectamente.











Entrega 32: 14 de enero de 2013




José María Pallaoro (City Bell), 33 papelitos y una mora horizontal, Libros de la Talita Dorada, 2012.












La imagen verdadera


Las piernas heladas, y una melodía que zumba, zumba, zumba.
Nadie  toca  la  tapa  del  cielo,  una  luna  perdida.  Un  maldito
olor que sale de entre las piernas de un durazno dormido en
la  pileta  de  la  cocina.  En  la  casa  el  estío  se  eterniza,  es  la
hora de anclar. Pero el espacio es limitado y hay una incesante
negociación donde siempre se pierde. Bingo. Zumba. Bingo.
Zumba. Turbulento fluir del tiempo. Ramas cortadas, afuera,
secas  y  frías,  como  mis  pies.  Limpiar  la  estufa  de  cenizas,
limpiar la casa de camelias blancas, despejar el lugar para dar
cabida al cielo del otoño. Una manera de curarse, islas, donde
lo que sana se desnuda, y se cubre y protege de la lana ancha
del agua. Zumba. Se activa el sonido. Zumba. El obturador,
zumba. Y al cerrar los ojos, la fotografía caracolea un camino,
y a lo lejos se ve la mora y un patio donde poder encontrarse.


11.05.11







Sontag


En el breve atardecer, la noche desnace al hijo. La lluvia cae
salpicando las naranjas que aún no pude juntar. Hace frío en el
galpón de los sueños, y a ella le agrada la fotografía perfecta
del amor. Su nombre vibra lejos, como el negro cigarrillo que
seguro  se  consume  entre  sus  dedos.    Hay  un  humo  que  se
disipa junto al corte de luz involuntario. A oscuras, cierra los
ojos y, en el hueco que dejó mi corazón extirpado hace más de
seis años, ve nuestro atardecer mojado de jugos ilícitos.


24.05.11








Límites


En la vieja estación, a la hora de la bruma, pasa la soledad;
va,  solita,  sin  brisa,  viento  ni  tempestades,  hacia  los  cuatro
extremos  del  mundo.  Los  sueños  descansan  en  regresos  y
puntos de partida. Quietos y sueltos en su larga noche.


31.08.11









Entrega 31: 14 de enero de 2013



Paulina Vinderman (CABA), La epigrafista, Hilos, 2012.













La epigrafista

Ya no me reconforta abrazar la ciudad.
La soledad del mediodía esta vez es brutal.
Duelen los huesos de dormir demasiado,
duele no recordar los sueños
y cuidar de mis flores,
e intentar escribir con mi última tinta.


Las flores del ciruelo de mi abuelo materno
eran la belleza visible.
Atrapaban mi respiración
como se atrapa un pájaro obsesionado,
disuelto en la brisa.


Me vuelco, encorvada sobre la hoja,
mi lapicera parece enfrentarse a la piedra.
Parezco perdida; he perdido una palabra
/fundamental
y no sé ahora reparar su falta.


Un halcón con su caperuza.


El amor se murió rápido, tan rápido como llegó
y en el núcleo del invierno
no hay lugar para mentiras piadosas.
Aprenderé un idioma antiguo,
alto y solitario sobre la hierba del mundo.
Sangre seca para mi historia.
Nada que ver con el amor,
nada que ver con las reglas de vida.
Un signo de puntuación
sobre la tierra donde crecía el ciruelo.




. . . . . . . .




Los goterones de sangre sobre la nieve

crean un mapa de crueldad.
Una caligrafía a la luz de bengalas
en la noche.


El amor ama el odio.
El amor ama el miedo.
Soy una mirada fija, un corazón
Censurado.
Debo aceptar el nuevo lenguaje lentamente:
El caracol sobre la tumba,
el amor fuera del cuerpo,
y la persecución de una estrella que nada comprende,
alumbra una caminata que nadie pintará
Traigo una paz oscura como un secreto.